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Ciencia

Un profesor de Harvard asegura que existe vida extraterrestre inteligente

Avi Loeb, presidente del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, cree que un objeto no identificado que entró en nuestro sistema solar en 2017 es una evidencia de que existen otras civilizaciones en el universo.

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El objeto en cuestión, bautizado Oumuamua por los astrónomos, se adentró en el plano orbital de nuestro sistema solar el 6 de septiembre de 2017. Siguió desplazándose hasta que, cerca de un mes más tarde, pasara junto a la Tierra antes de moverse rápidamente hacia la constelación de Pegaso y «la oscuridad más allá», detalló Loeb en su libro Extraterrestre: la humanidad ante el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra, que se lanzará en las próximas semanas.

El objeto fue detectado por primera vez por un observatorio en Hawái, en donde se encuentra el Pan-STARRS, el telescopio de mayor definición de nuestro planeta. Si bien no fue posible registrar fotos nítidas de Oumuamua, los astrónomos pudieron seguir el objeto durante 11 días, recolectando otros datos reveladores acerca de él, detalló The New York Post.

Impresión artística del misterioso asteroide Oumuamua.

Loeb basa su teoría en algunas propiedades inusuales del objeto, siendo la primera de ellas su forma, la cual los científicos creen ser similar a la de un cigarro. Ningún cuerpo espacial de origen natural del que se tiene conocimiento tiene esta forma.

Además, el «Oumuamua era inusualmente brillante». Según Loeb, era al menos «diez veces más reflectante que los típicos asteroides o cometas [pedregosos] del sistema solar». El académico comparó la superficie del objeto con la de un metal brillante.

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Pero la anomalía que realmente le hizo a Loeb creer en el origen alienígena del objeto es la forma en que se movió por nuestro sistema solar. Debido a la fuerza gravitacional ejercida por el sol, los científicos son capaces de calcular la ruta exacta que debe seguir un objeto, así como la velocidad a la que debe desplazarse. Oumuamua, sin embargo, no siguió la trayectoria prevista por los especialistas.

Es decir, es como si el objeto estuviera siendo propulsado por una fuerza además de la gravedad del astro rey. Si bien los cometas muestran una aceleración similar al acercarse al sol, los procesos conocidos para que esto ocurra no se lograron detectar en el Oumuamua.

Al analizar los datos, Loeb y un colega plantearon la hipótesis de que el objeto, en realidad, no tenía la forma de un cigarro, sino posiblemente la de un disco de menos de un milímetro de espesor, con proporciones parecidas a las velas. Esto explicaría su inusual aceleración al alejarse del sol.

El profesor de la prestigiosa universidad sugiere que Oumuamua podría ser «basura espacial» alienígena. El científico cree que, en algún momento, el objeto fue utilizado por una civilización extraterrestre como una especie de boya de navegación espacial.

Loeb reconoce que sus teorías han sorprendido a los astrónomos y que muchos se mantienen escépticos acerca de ellas. El académico, sin embargo, sigue firme en su creencia de que Oumuamua es un objeto de origen extraterrestre.

Algunas personas no quieren discutir la posibilidad de que existan otras civilizaciones. Creen que somos especiales y únicos. Creo que es un prejuicio que debería abandonarse», afirmó al medio.

El libro de Loeb se lanzará en Estados Unidos el próximo 26 de enero. Se espera que la versión en español de su obra llegue a las tiendas ya en la primera semana de febrero.

Fuente: Sputnik News

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Ciencia

Científicos proponen una nueva teoría: La conciencia podría estar oculta en los campos eléctricos y magnéticos del cerebro

Estas señales invisibles podrían ser la clave de todo y ayudarnos a resolver el misterio de la conciencia, una de las tareas más complejas emprendidas por la humanidad.

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La naturaleza aborrece el vacío y lo mismo puede decirse de los misterios de la ciencia. Cuando nos encontramos con fenómenos que desafían nuestras teorías y leyes actuales, una multitud de hipótesis surge rápidamente para llenar el vacío. Esto es especialmente evidente en la física, donde nuevas observaciones han dado lugar a teorías como la del caos, la teoría de cuerdas y la teoría de la materia oscura fría. Sin embargo, este fenómeno también se observa en el campo de la mente consciente.

En resumen, no entendemos completamente por qué pensamos y, por ende, existimos. Muchas teorías intentan desentrañar el fenómeno biológico de la conciencia.

Algunas comparan el cerebro con un ordenador, donde las neuronas actúan como transistores. Otras sugieren que el cerebro no es algorítmico y que la conciencia podría tener una cualidad cuántica

Una teoría en particular ha ido ganando terreno durante los últimos tiempos. Esta teoría sugiere que la conciencia humana podría explicarse a través de los campos electromagnéticos, conocidos como "campos efápticos", generados por las neuronas durante los disparos sinápticos. Estos campos son los mismos que, por ejemplo, permiten que un electroencefalograma (EEG) registre la actividad cerebral.

En un artículo de opinión publicado en Scientific American, Tamlyn Hunt, investigadora asociada en psicología del laboratorio META de la Universidad de California en Santa Bárbara, explicó: "El término 'efáptico' en acoplamiento efáptico simplemente significa 'tocar'. Aunque no son muy conocidos, los efectos de los campos efápticos son el resultado de interacciones eléctricas y magnéticas básicas que alimentan nuestras células".

«Resultados experimentales intrigantes», continuó, "sugieren que estas fuerzas desempeñan un papel más importante en el cerebro de lo que se sospechaba, y tal vez incluso en la conciencia».

Hunt detalló un estudio de 2019 en el que investigadores de la Universidad Case Western Reserve en Ohio seccionaron completamente el hipocampo de un ratón. A pesar de esta separación, el equipo registró actividad que podía "saltar" a través del corte, un fenómeno posible únicamente debido al acoplamiento del campo eléctrico. Este efecto desapareció cuando las secciones estuvieron separadas por más de 400 micras.

"Fue un momento increíble," declaró Dominique M. Durand, autor principal del estudio. "Para nosotros y para todos los científicos a quienes se lo contamos"

Este efecto eléctrico podría ayudar a explicar otro problema de nuestra comprensión actual de la conciencia, basada en las neuronas: las vías normales de espigas son demasiado lentas para explicar la función cognitiva. Sin embargo, cuando se unen a la velocidad de estos efectos de campo efáptico, esa velocidad aumenta unas 5.000 veces, según otro estudio de 2020.

Aunque esta teoría está ganando terreno, aún queda mucho por descubrir. Los campos efápticos y otras teorías de la conciencia se basan en métodos computacionales, pero pocos abordan el «problema difícil» de la conciencia: cómo los procesos biológicos generan la experiencia subjetiva.

No obstante, si algo nos ha enseñado la historia de la ciencia es que esos vacíos de conocimiento, llenos de hipótesis, eventualmente se transforman en hechos comprobados con pruebas suficientes, datos y verificaciones. Resolver el misterio de la conciencia es una de las tareas más complejas emprendidas por la humanidad, pero a medida que desentrañamos las maquinaciones biológicas del cerebro, los contornos difusos de la conciencia se van aclarando.

Fuente: esquire.com

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