Sin acuerdo: FMI y Argentina aún siguen discutiendo el costo de la sequía

Se esperaba que para esta fecha el ministro de Economía Sergio Massa estuviera embarcando rumbo a Washington para dar la puntada final al nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pero aún habrá que esperar. Sobre la mesa está el impacto de la sequía y cuántos dólares se girarán.

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Pasan las semanas y el tema sigue siendo motivo de distancia entre la Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Para los funcionarios del Ministerio de Economía, el costo de la sequía para los ingresos del país fue superior a los U$S20.000 millones, incluyendo derechos de exportación para el fisco y recaudación en pesos de Impuesto a las Ganancias y otras yerbas para los ingresos impositivos.

El FMI sigue en su posición más conservadora, afirmando que el dato no supera los U$S10.000 millones. O que, contabilizando todo el año, la cifra no debería alcanzar a los U$S13.000 millones. El debate continúa abierto desde comienzos de abril, cuando comenzaron las discusiones entre las dos partes para la negociación de una nueva versión del acuerdo de Facilidades Extendidas, que está siendo rediscutido entre el organismo multilateral y el equipo económico, por "sugerencia" directa del mismísimo gobierno de los Estados Unidos. 

Obviamente, se trata de una discusión clave, dado que para el FMI, las pérdidas por la sequía son el único argumento válido para que el país pueda incumplir las metas de reservas del Banco Central y déficit fiscal pactados para este año en el acuerdo cerrado en marzo de 2022 y que tiene un artículo donde se tienen en cuenta estas contingencias exógenas sobre las que no puede actuar el país. Como una sequía.

Por ahora la negociación continúa vía zoom con computadoras conectadas de Buenos Aires y Washington, y donde la novedad es que se sumó esta semana al debate el ministro de Economía Sergio Massa, al equipo que hasta ahora integraban el viceministro Gabriel Rubinstein, el encargado de la relación con los organismos internacionales Marco Lavagna y el jefe de asesores Leonardo Madcur desde Hacienda, en diálogo con el encargado del caso argentino, Luis Cubeddu, desde la sede del FMI.

El costo de la seca

Ya se sabe que la sequía es el principal tema de debate por ser el motivo por el cual las partes acordaron la reapertura de las condiciones del acuerdo de Facilidades Extendidas vigente. Pero no es el único capítulo en debate, en cuanto a los factores exógenos demoledores sobre la economía argentina.

Sergio Massa ya le había entregado al FMI en reuniones privadas con Kristalina Georgieva, la titular del Fondo, un informe elaborado por Rubinstein y sus colaboradores sobre el impacto final que tuvo en 2022 la invasión de Rusia a Ucrania. Según Hacienda, la suba de los precios de la energía, fundamentalmente el gas, y de los precios de los alimentos, le provocó al país una pérdida por unos U$S4.940 millones, medidos en salida de dólares para pagar el insumo energético y en inflación no programada.

Georgieva ya se había comprometido con Massa a tomar estos factores externos como válidos a la hora de estimar el cumplimiento de las metas y objetivos comprometidos en el acuerdo firmado en marzo del 2022. Sin embargo, hasta aquí no hubo respuestas concretas al planteo. Según Economía, llegó ahora el momento de tomar también este factor en cuenta, dado que no fue considerado en el momento de evaluar la evolución de las reservas comprometidas durante el año pasado. 

Los funcionarios argentinos y los negociadores del organismo que conduce Kristalina Georgieva también discuten la manera de solucionar la dialéctica de la política cambiaria, el capítulo más importante que resta cerrar para terminar de acordar las cláusulas del nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas. 

Como se sabe, en Washington se considera que el nivel de partida de la divisa (unos $220 a comienzos de abril, a tipo de cambio oficial), era un valor insostenible para discutir reglas nuevas dentro del acuerdo. Y que si el equipo económico quería hablar en serio sobre las condicionalidades posibles para discutir adelantamiento de partidas o corrimiento de vencimientos, desde Buenos Aires se debía plantear una política estratégica y coherente sobre la revalorización del dólar contra el precio oficial.

Mini devaluaciones

Desde Economía se negaron de plano a cualquier tipo de shock. Pero sí se habló del mecanismo de acelerar la estrategia de crawling peg (devaluaciones graduales controladas). Los técnicos del FMI se comprometieron a observar durante algunas jornadas más la evolución de la idea, lo que se viene reflejando desde fines de la segunda semana de mayo.

Desde hace 12 días hábiles la estrategia pareciera dar resultados, al mostrar una devaluación de casi 7% con dólares estables en el mercado financiero (MEP y CCL) y el dólar blue. El ritmo aún es lento para la mirada de Washington, pero al menos está en sintonía con lo que se le había prometido al organismo desde Buenos Aires. 

Lo cierto es que esta estrategia es más del agrado del FMI que la aplicada hasta mediados de abril, y que se basaba en la intervención directa sobre el tipo de cambio del MEP, a plena colocación de dólares para sostener el valor general de la política cambiaria.

En aquellos días, los funcionarios del Palacio de Hacienda justificaron el cambio de operatoria y el movimiento para terminar con las intervenciones directas en los mercados de dólares financieros; algo que era analizado desde la sede del organismo financiero como una política cambiaria artificial de intervención sobre el tipo de cambio, alejada de todo lo comprometido en el crédito de Facilidades Extendidas vigente desde el 25 de marzo del año pasado.

Lo firmado en 2022 con el FMI prohíbe explícitamente utilizar dólares de las reservas de manera directa o indirecta para controlar el tipo de cambio, lo que derivó en que la vigencia del acuerdo entre en modo pausa.

Fuente: Mdzol

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