Maltrato, esclavitud, tráfico ilegal de especies y pérdida de la biodiversidad es mucho más que un "Debate Peludo"

El Carayá, dicen los expertos, termina finalmente siendo un animal cuya mayor culpa es vivir en los bosques y ser muy simpático. La destrucción de la selva para dar lugar a la producción maderera o agropecuaria altera su hábitat, como así también la estupidez criminal humana del mascotismo.

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Por María Angélica Miotti

El día martes 27 de agosto de este año 2019, el diario "El Ciudadano" en su plataforma virtual publicó un artículo llamado "Debate Peludo", el cual dio origen a esta réplica dado nuestra disidencia con los dichos volcados en el mismo, que se sustentan en nuestro conocimiento y experiencia en la temática, en la biología misma de la especie Carayá y en lo establecido por las leyes vigentes especificas, tanto de fondo como de forma. Asimismo, nos resulta oportuno hablar sobre la especie Carayá y denunciar el intento de trivializar una instancia judicial por el hecho de tener como víctima a un animal.   

A modo de resumen sobre estos hechos: la Sra. Rojas fue imputada en el 2017 por maltrato animal, rechazó las tareas comunitarias que la fiscalía le ofreció en el marco del proceso penal en el cual se encontraba inmersa, para evitar judicializar la causa. Rojas lo rechazó sin más, negando la atribución de los delitos. En consecuencia, se solicita la apertura del juicio, pero la jueza Dra. Hebe Marcogliese rechazó su apertura, por no encontrar pruebas suficientes. Por supuesto que esta decisión no solo fue apelada, sino que nos hemos presentado asociaciones civiles especializadas en la materia, solicitando su constitución como querellantes. Es por ello que ahora, queda en la Cámara resolver si la Justicia organizará el juicio o no: la Audiencia Preliminar será este Miércoles 25/9.

No hace falta ser experto en primates para saber y entender que un animal silvestre como  un mono Carayá, autóctono de las regiones selváticas y las riberas de la Mesopotamia, que es aullador por naturaleza y que vive en manada (su familia puede ser hasta de 20 individuos de su propia especie) guiada por un macho o hembra dominante (de su especie, no de la humana); que, además, es una especie arborícola (habitan las copas de los árboles de selvas, bosques y sabanas húmedas) donde seleccionan los árboles con mayor copa para dormir y comer, jamás podría ser un animal domestico. Desde un punto de vista natural y racional un mono no puede vivir en una casa, con piso y paredes de cemento, atado durante la mayor parte del tiempo a un árbol, con humanos, perros y gatos, tampoco comiendo fideos ni ningún otro alimento que no sean los que de acuerdo a su especie y necesidades  biológicas y etológicas necesita y habitualmente  consume en su estado salvaje. No puede ser la diversión de los vecinos, no es un objeto, ni un juguete, ni un entretenimiento, es un ser vivo que merece respeto a su vida, a su libertad y a su integridad física, no es vida para el comer una banana o un plato de fideos, el hecho de no gozar de libertad sin poder treparse a los árboles por miedo a que se escape o "se enredara con los cables", tal como declaró Rojas, demuestra que nunca la casa de ningún ser humano, constituirá la casa de un animal salvaje.

Esto es una verdad de perogrullo como la de que un bebé humano sea criado por animales en medio de la selva.

Es importante conocer que además la especie Carayá  está declarada en Estado Vulnerable, debido a las amenazas a las que están sujetos y que afectan gravemente a su especie, entre ellas, el MASCOTISMO. Los expertos afirman que el Carayá es uno de los mamíferos silvestres más comercializado como "mascota". Hay decenas de reservas de monos que se han creado producto del altísimo nivel de "mascotismo" que invade nuestro país, el cual no sólo cosifica individuos sino que, además,  lo hace  fuera de la ley: el TRÁFICO es ILEGAL.

Por si fuera poco, más allá del imperdonable trato que se le da a los monos (y todo animal que se comercialice) para ponerlos en el circuito de comercialización, los números deberían indignarnos: de 10 individuos que se separan de bebé de su manada, sólo 1 se puede vender, los otros 9 mueren en el camino, además para robarlos se mata en muchas ocasiones a su madre.

Milton es ese 1, y trae consigo la muerte de, al menos, 9 Carayás. Y él es sólo UN triste ejemplo, de esta absurda realidad. Una víctima más de la especie humana y sus caprichos de moda o deseos absurdos de apropiación.

Que la familia Rojas hoy llore y alegue que la partida del mono fue traumática para ellos y para los vecinos que, victimizándose, buscan eximirse de las responsabilidades penales que les caben y lo que es peor aún revertir en la consciencia de la sociedad quien es la victima real de este delito, no la exime del hecho de enfrentar las consecuencias que el Estado considere adecuadas, la fiscal no está empecinada en perseguirlos, hace debidamente su trabajo y acciona un proceso admitido por la ley,

Determinar la responsabilidad sin lugar a dudas debe quedar en las consideraciones y ponderaciones de jueces y fiscales.

Rojas reconoce que un mono no es una mascota, pero insiste en que él estaba "bien con ella". Que haya sobrevivido no significa que haya estado bien, en términos etológicos,  ni que sea justo para él.

La Sra. Rojas cuenta que el mono llegó a su casa de Villa Gobernador Gálvez hace diez años cuando un matrimonio que esperaba un bebé tuvo que entregar al animal. Ella lo "adoptó" y con un gran acto de humanidad, le sacó la cadena del cuello y...se la colocó en la cintura, según cuenta. La pesadilla del mono continuó.

Sostenemos que sería de mínimo llamar a este matrimonio a declarar que lo que dice es cierto como así también a la veterinaria que, según ella, lo atendió pero jamás denunció el caso.

Los 10 años que vivió con ella, el animal sobrevivió, no vivió. Por eso sostenemos que eso no fue "cuidarlo", que esa situación fue maltrato y que se extendió durante más de una década.

Rojas también cuenta que el MONO CARAYÁ "tenía su mecedora y su almohadón". Incluso que era querido en la zona: los vecinos le regalaban frutas y pasaban a verlo. No podemos romantizar el cautiverio, cuando la cruda verdad detrás de esto es el tráfico de especies y el maltrato animal, con todas sus nefastas consecuencias. Esto es lo que debería haber sido rechazado por la jueza, en nuestra opinión.

Las declaraciones de Rojas, la defensa de su letrado y la ausencia de pruebas que alegó la jueza en primera instancia, realmente hacen un conjunto de decisiones desafortunadas, que por supuesto entendemos deben ser revisadas conforme la ley lo permite.

La importancia de conservar a estos monos radica, por un lado, en su participación en la regeneración de la selva. Este mono aullador, de acuerdo a sus hábitos alimentarios y del uso del espacio, es un eficiente dispersor de las semillas de las plantas de las cuales se alimenta las cuales elimina a través de su materia fecal. Pero no sólo necesitamos cuidarlos y respetarlos para preservar el ecosistema del cual los humanos somos parte (aunque la miopía racional nos impida verlo) sino también por RESPETO a cada individuo de otra especie, privilegio del cual el humano cree ser el único poseedor.

Con las presentaciones que hemos realizado como abogadas y como Asociaciones Civiles con Personería Jurídica estamos insistiendo y solicitando llevar a juicio este caso para sentar precedentes y afirmar  que la Justicia realmente vela por los más débiles.

Queremos reiterar nuestro agradecimiento a quien tomó fotos y videos de la situación ya que gracias a eso hoy el mono está libre y sano, también al personal de Control Urbano de Villa Gobernador Gálvez, a integrantes de Guarda Fauna de la Región Sur de Rosario, policías y al  veterinario entraron a la casa de Rojas y se llevaron al animal en aquel momento. También al enorme trabajo que está realizando la Fiscal Dra. Mariela Oliva y toda la Oficina de Maltrato Animal. 

Más allá de los delitos cometidos por la tenencia como "mascota" de una especie silvestre y el actuar hasta ahora de la Justicia, evidencian el ausente respeto por parte de los humanos hacia los demás animales.

Sostenemos que los procesos judiciales, como así también la jurisprudencia y las leyes tienen una deuda gigantesca con los animales y con la nueva conciencia social de respeto a la Naturaleza. 

Minimizar el maltrato y la esclavitud por ser cometido sobre otra especie, es un anacrónico argumento ya sin lugar en los nuevos paradigmas sociales y legislación comparada. El mono fue liberado, rehabilitado, y por supuesto ello llevo trabajo dinero y tiempo, como así también colaboración de innumerables actores sociales, es por ello que esperamos que la justicia revea este caso.

Adhieren:
Dra. Natalia Espíndola y Dra. Daniela Stern.
Asoc. Civil Amparo Animal.
Protectora Rosario.

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