Sentado cómodamente en el sofá del living de su casa y con la figura de Juan Domingo Perón de fondo, los ecos de luchas pasadas descansan en un sin fin de jugosas anécdotas, en las que está presente una cuota de picardía.
La expresión de su rostro, su mirada afable, denotan la tranquilidad del deber cumplido. Rodeado del calor de su familia, parece custodiar la llama de aquella oratoria que apelaba al valor de la lucha para alcanzar conquistas gremiales que parecían imposibles. La comparación autorreferencial de su conducción con Atila, el rey de los Hunos, quien enfrentó el poderío del ordenado ejército romano con la voluntad inquebrantable de sus hordas, parece dormir. El guerrero descansa.
Soñador, persuasivo, orgulloso, ocurrente, estratega, temperamental, leal, pragmático, didáctico, solidario... son algunos rasgos característicos de su personalidad, que se expresan en una retórica simple, y que apela a dichos populares con fuertes niveles de empatía. Refranes que da la calle, la misma que barría en sus comienzos como trabajador municipal y que con el paso de los años -y de los logros obtenidos- catapultaron su liderazgo gremial casi a la condición de mito.
Juan Carlos, ¿cómo es la vida del municipal?
Es una vida difícil, sin dudas. Principalmente en aquellos que se inician. Difícil porque el trabajador común que realiza trabajos en servicios precisa un tiempo largo para adaptarse, conseguir su seguridad laboral y mantenerse en una actividad donde tiene que hacer toda clase de cosas. Podés estar una mañana barriendo una calle, siendo peón de albañil, estar arriba de un árbol, cortándolo, o trabajando en el césped de un espacio público. Una vida difícil. Pero como me pasó y le pasa a muchos, te vas encariñando con el trabajo cuando te das cuenta que estás brindando un servicio a la comunidad, que es la que te paga y la que hace el esfuerzo, que vos tenés que devolver.
Yo entré con 17 años a la municipalidad, que no solamente me dio mi trabajo, crié a mis cinco hijos, tuve una familia y me dio mi casa. Por eso soy un agradecido, y creo que con el paso de muchos años pude devolver principalmente en conquistas a los trabajadores municipales ese bienestar que cuando yo entré era muy difícil de alcanzar. Para decirlo mal y pronto, el municipal era el último orejón del tarro, y llegamos a ponerlo en una situación envidiable, donde un trabajador del más alto sueldo de la ciudad no tenía los mismos beneficios, de tener una vivienda, créditos y su propia caja de jubilaciones, con una jubilación de avanzada.
¿Su realidad cambió en los últimos años?
Cambió notablemente, pero como decía conlleva toda una serie de cosas al comienzo.
¿Qué desafíos enfrenta hoy el municipal?
El mayor problema depende de los gobiernos que tiene, porque con un gobierno como el que tiene ahora el desafío es no perder su poder adquisitivo o mantener lo que ha logrado conseguir durante tantos años. Uno ve que en cada negociación ha ido perdiendo sueldo, conquistas. Entonces el desafío es responderle con mucho más gremialismo que lo que se ha hecho hasta ahora. Creo que en esto es donde yo no veo, no hablando mal de los gremios ni nada por el estilo; pero sí en el trabajador que no pone todo lo que tiene que poner para poder llegar a defender con énfasis sus derechos. Más allá de que a la gente no le gusta mucho lo que yo voy a decir, porque es la que molesta, la mayoría de las cosas de los trabajadores se consiguen en la calle.
"La mayoría de las cosas de los trabajadores se consiguen en la calle".
¿Los municipales están hoy bien remunerados?
No, no lo están. En este bendito país tenemos municipales que con 80 años continúan trabajando, porque de jubilarse cobrarían menos de la mitad de su sueldo. Y sin posibilidad ninguna de discutir.
Nosotros hemos trabajado muchísimo y hemos dado un montón de cosas importantísimas a través de la Confederación de Trabajadores Municipales (CTM), que también fue una entidad creada por nosotros, entre 4 provincias, y que hoy tiene casi el 90 por ciento de los municipales del país. Se ha hecho un gran trabajo, pero por las distancias que tenemos no es fácil fortalecer el gremialismo y estar permanentemente. Ha mejorado, pero de ahí a hacer que el municipal esté bien remunerado… en algunas partes del sur, en Córdoba capital. Pero para que se den una idea, la provincia de Buenos Aires debe ser uno de los lugares donde menos gana el trabajador municipal.
¿Qué consejos le daría a un municipal que recién se inicia?
Que cumpla con sus deberes. Con los años comprendí que a aquel que trabaja no lo echan nunca. Más allá de que no te quieran, como me pasó a mí, que me mandaban a 150 metros de otro trabajador para que yo no hablara. Pero como trabajaba, yo no iba y me quedaba parado, y trabajaba. No porque fuera tan guapo, sino porque estaba recién casado y tenía un hijo que mantener, y no tenía otra posibilidad. Entonces, ser una persona que cumpla con su trabajo a la comunidad, que es en definitiva quien le paga.
Acerca de la Festram
Sobre la continuidad de la Festram, ¿Cómo ve la conducción de Mario Barberan?
Creo que hemos tenido suerte, y te lo está diciendo una persona que alguna vez se equivocó en poner a algún dirigente. Pero no con Mario, porque él es, primero que nada, una muy buena persona. Sabe perfectamente dónde está parado y que los compañeros que durante más de 30 años anduvieron conmigo han forjado un estilo y una forma de trabajo que Mario no ha querido abandonar. Tiene un gran respeto por lo que hicimos, está permanentemente consultándome y yo lo tengo al lado mío. No con mi estilo, porque él tiene que poner su impronta personal a la conducción; pero sí con las ganas y el énfasis que le puse, en la que tuve la posibilidad durante tantos años de consultar y tener gente capaz al lado mío.
Por eso creo que la conducción no se ha equivocado y así lo demostró, como en la última elección de IOSPER donde los municipales tuvimos una excelente victoria, la más fuerte de todos los grupos de trabajadores del Estado, con un gran movimiento de la Festram, que ganó en forma categórica y por miles de votos.
Allí Adrián Gómez logró su reelección al frente del directorio municipal del IOSPER, ¿Cómo analiza su gestión en el inicio de su segundo mandato?
Adrián es sin duda una de las mentes más lúcidas que tiene la provincia. Y no estoy exagerando porque sea mi amigo. Es una persona que con respecto a lo social y al IOSPER tiene una de las mentes más brillantes y con mayor conocimiento. No siempre que tengas la mente más brillante podés concretar las cosas en un lugar, pero en este caso está trabajando en comunión con el presidente Fernando Cañete, y es una persona muy consultada por él y por los demás directores, dada su vasta experiencia en la obra social.
Miro al IOSPER como cuando uno ve un partido de fútbol: cuando mejor se desarrolla el partido es cuando no ves al árbitro, ni haciendo gesticulaciones ni parando el partido. El IOSPER no se ha parado. Ha mejorado la atención a los trabajadores, a pesar de que es una obra social que lamentablemente cobra un 35 por ciento menos que las obras sociales de otras provincias. Estamos hablando de muchísimo dinero que iría a las prestaciones y al mejor servicio de más de 300 mil entrerrianos.
Su vida
¿Cuál es su primer recuerdo como municipal?
Yo tuve la suerte de que en el '82 se iba el intendente de facto, don Galloli, y entraba don Luis "Bicho" Brassesco, con quien tuvimos una excelente relación. Llevé entonces a los dos intendentes a la fiesta del municipal, que congregaba a 200 personas, casi todos hombres, bajo el tinglado de la cancha del club 25. Fue una fiesta muy linda, donde se vivía la reapertura de la democracia y el gremio que recién abría sus puertas; toda una serie de cosas para festejar, por supuesto que con muy buen asado y muy buen vino. Y la característica del trabajador municipal en ese entonces era andar en bicicleta. Y hubo mucha gente tomada, porque luego de la fiesta quedaron muchísimas bicicletas abandonadas, que tuvimos que llevarlas después en camión. Fue una cosa hermosa. Es el primer recuerdo que se me viene, porque ahí comenzó la posibilidad de que teniendo diálogo, como tuvimos con el intendente Brassesco, fuera más fácil que avanzara el trabajador municipal.
En esa época, yo era un poco el benjamín de todo el grupo y me daban permanentemente apoyo, principalmente en reuniones. Cualquier asamblea que yo llamara, tenía al menos 170 personas. Era también un hallazgo para mí, me sorprendía permanentemente.
Con el correr de los años fue creciendo la participación de la mujer, que era la que pegaba el codazo para que el hombre no tomara tanto. Trabajamos también en ese tema y llevamos mucha gente a dejar el alcoholismo. Teníamos la clínica y los médicos especializados en Paraná, de donde venían 0 kilómetro.
Luego llegamos a tener más de mil personas en esa fiesta, donde ya iba la compañera y los chicos. Fue toda una transformación que se fue logrando con muchos años de esfuerzo.
"En el gremialismo no hay otra fuerza que la realidad".
Yo tuve la suerte de poner la negociación colectiva en la convención de reforma de la constitución de Entre Ríos, que marcaría la equidad que hoy lamentablemente no existe. Estamos un poco mejor los que peleamos.
"Todos aquellos gremios que no luchan y pelean, suelen tener intendentes que pasan años sin recibirlos".
¿Existen diferencias entre la política y el gremialismo?
Hay diferencias totales. Por ahí se juntarán, porque el 95 por ciento del gremialismo siempre va a ser peronista, que es por donde nacen las raíces de lo que uno y otro defiende ideológicamente.
No es fácil llegar para un gremialista municipal de mis características, que no tenía estudios secundarios. Llegar a ser diputado en tres oportunidades y ser convencional constituyente no se da todos los días, y no se dio en ninguna parte del país. Pero en esto tuve la suerte de mantener a un grupo de personas del sindicato cerca mío, y principalmente de la federación a un grupo de amigos que estuvieron prácticamente 30 años a mi lado, los que me fortalecieron como yo los fortalecí en su dirigencia gremial.
¿Usted se preparó para ser gremialista?
Todos los gremialistas nos preparamos. Yo debo haber hecho más de 20 cursos gremiales para estar en foco en la discusión con mis patrones, que ya no eran los intendentes de antes, aquel bonachón de la ciudad, el hombre más amable. No, después ya fueron contadores, empresarios, abogados. Entonces nos preparamos. Así que yo llegué a hacer hasta un curso en Estados Unidos para discutir a ese nivel profesional que se nos venía. En la Argentina se nos oculta información, hay desvío de fondos, y nadie cree en el otro.
¿Cuál fue entonces su batalla más difícil?
Hubo muchas, pero si tengo que nombrar una fue el logro del Estatuto del Empleado Municipal y la Caja de Jubilaciones. Porque lo demás fueron cosas muy importantes. Yo tuve la suerte, que lo contaba en los congresos nacionales, que ya en el año '90 tenía a todos mis trabajadores municipales con vivienda. Tenía 73 anotados para tener vivienda e hice 116. Así que esa fue otra de las cosas más lindas, donde sólo la compra del terreno tiene una historia que es para escribir un libro. Fue una batalla tremenda, donde pude reunir a una familia que hacía 30 años que no se hablaba.
Usted ha acuñado frases que han quedado en la historia, como por ejemplo que el municipal es un "trabajador invisible" ¿Qué significación encierra dicha metáfora?
Yo la utilicé en mi exposición en la convención constituyente, con la incorporación del artículo 82. Cuando lo fundamenté, puse de ejemplo al chico que anda pidiendo en la calle; que deja la estampita, y al que le dan propina no porque estén sintiendo lo que está pasando ese inocente. Yo creo que se le da para sacárselo de encima, en la mesa de un bar. Y yo barriendo las calles pude ver que el municipal era un trabajador ignorado, y que nadie sabía lo que le estaba pasando a ese trabajador bajo la lluvia, el frío o el calor. Fue entonces la forma de mover las conciencias y ser reconocidos. Por eso lo que más contento me pone en la vida es saber que el trabajador municipal de Victoria, el de la provincia y luego el del país comenzó a ser escuchado en todos los foros.
La incorporación del artículo 82 en la reforma constitucional de Entre Ríos, ¿fue su mayor éxito gremial?
Sí, sin dudas. Creo que de ahí el trabajador municipal puede tener la posibilidad de tener su convenio colectivo de trabajo, y la protección de una serie de hechos que constitucionalmente no estaban resguardados, como la vivienda o el sistema previsional entrerriano. Nosotros tenemos 14 cajas de jubilación municipales en la provincia. Eso fue conquista nuestra. Logramos también, conjuntamente con "Calucho" Cresto, la posibilidad de aumentar el porcentaje de la coparticipación a los municipios, que era prácticamente inamovible: de 13 por ciento lo llevamos casi al 19. Una plata muy importante que se fue pagando año tras año, a partir del 2009.
Momentos emotivos en la vida de Juan Carlos Almada
¿Cómo es hoy un día habitual en su vida?
Es lo que estás viendo acá. Traté con todas mis fuerzas de trabajar hasta el último día de la forma en que lo hice siempre. Pero sabiendo perfectamente, más allá de que muchos no me creyeron, de que el momento en que me jubilara era en serio, para disfrutar de lo que lamentablemente no pude. En este momento, mi casa está llena de hijos y de nietos y es lo que disfruto, porque no pude disfrutar a mis hijos. Tuvimos que trabajar muchísimo con mi señora en dos trabajos siempre. Tuvimos 25 años de comedor. Entonces, el día de hoy es disfrutarla a ella, que no tuve tanto tiempo como hubiese querido juntos, a mis hijos y a mis nietos.
¿Soñó llegar donde llegó?
No, no, no. Si bien siempre fui un soñador, y que mi padre que fue un dirigente tabacalero, que en Victoria era una de las ramas más fuertes, no soñaba. Inclusive, debo decir que hasta me asombraba. Entre las particularidades que yo tenía, que la sabía solamente mi compañera, antes de las asambleas grandes e importantes, yo salía media hora antes a recorrer la ciudad por fuera en un auto viejo y me detenía a pensar sobre lo que podía lograr, porque yo sabía que había cosas trascendentales que podían pasar en la vida de 500 familias. Estar al frente era una enorme responsabilidad y había que tener mucho cuidado. Todo fue apareciendo fuertemente, una cosa tras de otra.
¿Dio todo lo que tenía para dar?
Yo creo que sí, porque soy una persona que no tiene el secundario. Esto no me privó de nada en absoluto. Discutí en los niveles más altos, con secretarios generales de la CGT, ministros de trabajo y de igual a igual con mis pares de la convención constituyente. Viví hechos significativos como protagonista, con aquello que a veces no es tomado en cuenta, que es la universidad de la calle.