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Ciencia

Encontraron en San Carlos un fósil de más de 80 mil años

Hace un año, personal del Parque San Carlos había encontrado un ejemplar enterrado de lo que podría ser un fósil vegetal a la vera del camino al Castillo.

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Cuando se informó a la Dirección del Parque, ésta se comunicó de inmediato con la entonces directora del Museo de Antropología y Ciencias Naturales, Cristina Vasallo de Cettour, quien a su vez pudo contactarse con cuatro científicos del CONICET.

En la tarde de ayer jueves, la Dra. Soledad Ramos (Bióloga e investigadora de CONICET en la ciudad de Diamante, Entre Ríos); la Dra. Daniela Kröhling- Geóloga e investigadora de CONICET-Universidad Nacional del Litoral – Santa Fe) y el Lic. Tomas Navarro (Lic. en Ciencias Naturales, Becario del CONICET- Centro de Inv. De la Plata), conjuntamente con personal del Parque San Carlos, de la Subsecretaria de Obras Publicas de la Municipalidad de Concordia, y personal de la Seguridad Ciudadana pudieron realizar la extracción de la mencionada pieza.

Se trata de una planta fósil de hábito arbóreo hallada en la formación geológica denominada "El Palmar", siendo una unidad depositada por el río Uruguay en el Pleistoceno Superior. Sus medidas son de 1,30 de largo por 55 cm de diámetro.

La edad absoluta de dicha formación geológica es de 80.000 años antes del presente. Aunque otra datación de la formación "El Palmar" dio una edad de 173.000 años desde el presente, por lo que la pieza hallada en la tarde de ayer podría ser aún más antigua.

Los antecedentes geológicos y paleo botánicos generados por Kröhling y Ramos indican condiciones ambientales cálidas y húmedas (Tropicales o Subtropicales).

A partir de su alto estado de preservación y con visibilidad de la corteza, se deduce que es un espécimen autóctono y prontamente se sabrá específicamente, a través de las muestras extraídas, de qué especie arbórea se trata.

Es necesario aclarar que para que el proceso de fosilización o petrificación pueda darse, deben ocurrir condiciones excepcionales para que esto suceda en el ambiente, en la humedad, en el hierro y cilicio de la tierra.

Es decir, "un verdadero milagro de la naturaleza ocurrido a lo largo de miles de años, un verdadero Patrimonio Natural que debemos seguir cuidando y protegiendo", celebró el Profesor Paulo Tisocco, Director del Parque San Carlos, al informar sobre el hallazgo.

Fuente: Parque San Carlos – Paulo Tisocco

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Ciencia

Científicos proponen una nueva teoría: La conciencia podría estar oculta en los campos eléctricos y magnéticos del cerebro

Estas señales invisibles podrían ser la clave de todo y ayudarnos a resolver el misterio de la conciencia, una de las tareas más complejas emprendidas por la humanidad.

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La naturaleza aborrece el vacío y lo mismo puede decirse de los misterios de la ciencia. Cuando nos encontramos con fenómenos que desafían nuestras teorías y leyes actuales, una multitud de hipótesis surge rápidamente para llenar el vacío. Esto es especialmente evidente en la física, donde nuevas observaciones han dado lugar a teorías como la del caos, la teoría de cuerdas y la teoría de la materia oscura fría. Sin embargo, este fenómeno también se observa en el campo de la mente consciente.

En resumen, no entendemos completamente por qué pensamos y, por ende, existimos. Muchas teorías intentan desentrañar el fenómeno biológico de la conciencia.

Algunas comparan el cerebro con un ordenador, donde las neuronas actúan como transistores. Otras sugieren que el cerebro no es algorítmico y que la conciencia podría tener una cualidad cuántica

Una teoría en particular ha ido ganando terreno durante los últimos tiempos. Esta teoría sugiere que la conciencia humana podría explicarse a través de los campos electromagnéticos, conocidos como "campos efápticos", generados por las neuronas durante los disparos sinápticos. Estos campos son los mismos que, por ejemplo, permiten que un electroencefalograma (EEG) registre la actividad cerebral.

En un artículo de opinión publicado en Scientific American, Tamlyn Hunt, investigadora asociada en psicología del laboratorio META de la Universidad de California en Santa Bárbara, explicó: "El término 'efáptico' en acoplamiento efáptico simplemente significa 'tocar'. Aunque no son muy conocidos, los efectos de los campos efápticos son el resultado de interacciones eléctricas y magnéticas básicas que alimentan nuestras células".

«Resultados experimentales intrigantes», continuó, "sugieren que estas fuerzas desempeñan un papel más importante en el cerebro de lo que se sospechaba, y tal vez incluso en la conciencia».

Hunt detalló un estudio de 2019 en el que investigadores de la Universidad Case Western Reserve en Ohio seccionaron completamente el hipocampo de un ratón. A pesar de esta separación, el equipo registró actividad que podía "saltar" a través del corte, un fenómeno posible únicamente debido al acoplamiento del campo eléctrico. Este efecto desapareció cuando las secciones estuvieron separadas por más de 400 micras.

"Fue un momento increíble," declaró Dominique M. Durand, autor principal del estudio. "Para nosotros y para todos los científicos a quienes se lo contamos"

Este efecto eléctrico podría ayudar a explicar otro problema de nuestra comprensión actual de la conciencia, basada en las neuronas: las vías normales de espigas son demasiado lentas para explicar la función cognitiva. Sin embargo, cuando se unen a la velocidad de estos efectos de campo efáptico, esa velocidad aumenta unas 5.000 veces, según otro estudio de 2020.

Aunque esta teoría está ganando terreno, aún queda mucho por descubrir. Los campos efápticos y otras teorías de la conciencia se basan en métodos computacionales, pero pocos abordan el «problema difícil» de la conciencia: cómo los procesos biológicos generan la experiencia subjetiva.

No obstante, si algo nos ha enseñado la historia de la ciencia es que esos vacíos de conocimiento, llenos de hipótesis, eventualmente se transforman en hechos comprobados con pruebas suficientes, datos y verificaciones. Resolver el misterio de la conciencia es una de las tareas más complejas emprendidas por la humanidad, pero a medida que desentrañamos las maquinaciones biológicas del cerebro, los contornos difusos de la conciencia se van aclarando.

Fuente: esquire.com

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