Mujer
El impactante número sobre acoso y violencia laboral en la Argentina
Lo asegura un estudio realizado por empresas y ONGs. Cuáles son las políticas para garantizar un cambio de cultura en las organizaciones.
Según la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres tienen más del doble de probabilidades de sufrir violencia y acoso sexual en el ámbito laboral. Y los hechos lo confirman: el 81% de las trabajadoras argentinas afirman haber vivido una situación de este tipo en su trabajo, de acuerdo a un estudio realizado por Bumeran, GROW Género, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), NODOS y Fundación AVON
En un contexto mundial en el que la brecha salarial entre las mujeres y los varones promedia el 23%, la inequidad de género en el ambiente laboral también se expresa puertas adentro de las organizaciones: los jefes directos (55%), líderes (37%) y clientes (10%) varones protagonizan los actos de violencia y acoso contra las mujeres, que se materializan en chistes o comentarios sexistas, machistas o discriminatorios (88%); al solicitar favores sexuales a colaboradoras a cambio de un beneficio laboral (15%); y en el hostigamiento a una mujer por negarse a un intercambio sexual (25%), mencionó el mismo estudio.
En este contexto, la cultura del "speak-up» -que en inglés significa "hablar en voz alta"-, cobra absoluta relevancia en el clima interno de una organización, ya que busca promover un espacio de trabajo en el que las personas sientan la seguridad de expresarse, hacer preguntas y denunciar prácticas no éticas o ilegales dentro de la compañía.
"Lamentablemente, las mujeres seguimos siendo el blanco de hechos de violencia y acoso en todo el mundo pero además en cualquier ámbito. Ahora bien las organizaciones, de todo tipo y tamaño, tienen la responsabilidad de evitar que suceda durante su jornada laboral garantizando espacios de trabajo seguros para sus colaboradoras. Pues al final del día, pasamos por lo menos un tercio de nuestras vidas trabajando. Así que, desde WeWork queremos impulsar la cultura de 'speak -up' no solo para nuestras colaboradoras sino también para todas nuestras members en Argentina", expresa Rocío Robledo Gerente General de WeWork Argentina.
En Argentina, ante un caso de violencia, el 26,6% de las mujeres decidió no hacer nada al respecto, ya que temía perder su trabajo (48%), recibir represalias (22%) o que no le crean (6%) [3]. Respecto a quienes sí decidieron denunciar el hecho, el 41% asegura que fue en vano, ya que nada cambió luego de su declaración. Y para el 50% tuvo un impacto negativo en su condición laboral, como el aislamiento, amenazas o directamente su despido (46%), añadió el informe de Bumeran, GROW Género, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), NODOS y Fundación AVON.
"Estos datos señalan la urgencia de promover espacios confiables de diálogo, no solo para quienes sufren actos de violencia o acoso, sino también para los testigos, quienes tienen un rol primordial en la construcción de ámbitos seguros e igualitarios", señala Robledo. "En este sentido, en WeWork tomamos nuestra principal fortaleza, estar donde suceden los hechos, y pusimos a disposición de las 35.000 personas que trabajan en nuestros edificios en toda la región una plataforma tecnológica en la que pueden denunciar estos casos, ya sea de forma anónima o identificándose, estando presentes en las oficinas o desde sus hogares".
"Nuestro compromiso con la comunidad es crear espacios de trabajo que promuevan la igualdad de oportunidades y disminuyan los riesgos relacionados con la discriminación y acoso en ambientes laborales. Buscamos lograrlo ofreciendo instalaciones seguras, tanto para nuestros colaboradores directos como para nuestros clientes y proveedores. Apoyamos y promovemos la cultura del speak-up para tomar acción de manera temprana y oportuna ante situaciones no deseadas para ninguna mujer en el mundo", concluye Rocío Robledo Gerente General de WeWork Argentina.
Fuente: Mdzol
Historias de vida
Una entrerriana se convirtió en la primera mujer civil en pasar un año en la Base Marambio
María Florencia Jauregui tiene 35 años, es oriunda de Concordia y bioingeniera egresada de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Trabajó en Buenos Aires para una empresa internacional de productos y servicios médicos y actualmente vive en España, donde tiene a cargo una unidad de ventas de equipamiento industrial de otra firma multinacional.
Pero su experiencia más extraordinaria fue en otro continente: la Antártida. Fue, con apenas 24 años, la primera mujer civil en la historia en pasar un año en la Base Marambio, donde cumplió una importante función en el Laboratorio Multidisciplinario Antártico. «Fue una experiencia única», recuerda Florencia, una referencia para otras mujeres que se animen a la misma misión o que deseen crecer en los mundos de la ciencia y las ingenierías.
Antes y después de la FIUNER
Florencia vivió en Concordia hasta los 18 años, cuando se mudó a Oro Verde. Bioingeniería apareció en su vida «sin querer» y marcó su destino, pero no era su primera opción. «Desde pequeña quería estudiar Medicina Forense. Era fanática de un programa de Discovery Channel que se llamaba Detectives Médicos, donde resolvían crímenes en base a la ciencia y la investigación, algo que me encantaba», evoca su infancia.
Sin embargo, cuando terminaba la escuela secundaria y llegaba el momento de decidir la carrera, no se convenció con Medicina. Llegó a evaluar opciones tan variadas como el Periodismo o el alistamiento en la Armada Argentina. Hasta que encontró en una biblioteca un folleto sobre Bioingeniería. «No sabía que existía y sentí que era una mezcla perfecta entre la medicina y la ingeniería. En ese momento lo decidí», recuerda.
Florencia ingresó en 2007. «Desde un principio la Facultad me brindó mucha ayuda. Viví los primeros años en la Residencia Universitaria y eso fue una ayuda económica muy importante para mi familia. A lo largo de la carrera tuve muchas oportunidades: integrar grupos de investigación, viajar a congresos, conocer gente muy interesante, obtener becas y acceder a oportunidades laborales», destaca la graduada de la UNER. Y subraya que las posiciones laborales que más valora «se gestaron» en la Facultad.
El camino profesional
Una fue en Fresenius Medical Care. «En las clases de la materia Bioingeniería III invitaban a profesionales especializados, en una de las clases nos llevaron a recorrer un centro de diálisis de Fresenius en Paraná, donde terminé trabajando algunos años después», menciona Florencia.
Su trayectoria profesional la encuentra desde 2023 en Barcelona, donde vive con su pareja. Trabaja para un grupo multinacional alemán llamado GEA, que provee productos para diferentes industrias, desde alimenticia hasta farmacéutica. Florencia es Responsable Comercial de Homogeneización para España y Portugal. «Extraño el rubro sanitario, pero estoy muy contenta y aprendiendo mucho. Estuve muchos años en áreas técnicas, lo cual me encanta, y esta posición tiene una mezcla entre ambas áreas», valora la profesional concordiense.
Florencia en la Antártida
La otra oportunidad que Florencia destaca haber encontrado en la Facultad la llevó nada menos que al Continente Blanco. «En un encuentro de graduados un colega contó que había trabajado en una campaña científica en la Antártida. Yo estaba en segundo año y desde entonces pensé en viajar. Cuando me gradué me contacté con él y coincidimos en los pasillos de la Facultad. Me dijo: 'no van mujeres'», relata Florencia.
Ella no hizo caso a la advertencia, mantuvo su decisión y se inscribió en la siguiente convocatoria que realiza la Cancillería para campañas en los Laboratorios Antárticos Multidisciplinarios, que son seis: en las bases Carlini, Belgrano 2, Marambio, San Martín, Esperanza y Orcadas. La entonces flamante bioingeniera asistió a charlas informativas y rindió, con éxito, el examen de electrónica que forma parte de la selección. También tuvo entrevistas con psicólogos. «Me hacían viajar muchas veces a Buenos Aires. Era duro saber que no iban mujeres civiles a hacer la campaña de un año completo. Sí mujeres militares y también civiles, pero a campañas cortas, de tres meses. Me costó convencerlos de que podía hacerlo y logré que me acepten. Negociamos que sea en Marambio, la base más cercana al continente y la mejor comunicada», rememora Florencia. Estuvo un año como responsable del Laboratorio científico.
Su función
La graduada de la FIUNER explica en qué consisten las misiones: «La Antártida es un lugar reservado para la ciencia y la paz. Los países tienen bases coordinadas por militares, pero no puede hacerse ningún tipo de prueba militar. Se realizan proyectos de investigación en colaboración con otros países, estudios de la atmósfera, de glaciares, de geofísica y otros temas».
En particular, sobre su labor cuenta que «era responsable de que funcionen todos los equipamientos, recabar datos y enviarlos. Era un trabajo dentro de todo sencillo». Pero aclara que había una relevancia especial: «Mi caso se iba a tomar como referencia o antecedente para las próximas mujeres que se presenten».
Su desempeño y experiencia fue un éxito. «Es un orgullo, porque en las siguientes campañas se presentaron más mujeres y es una satisfacción que si una quiere tener la misma responsabilidad que yo, no tenga que demostrar tanto que puede hacerlo», resalta.
Más mujeres científicas
La joven bioingeniera, entonces con apenas 24 años, vivió 11 meses y medio en la Base Marambio. «Estuve en lugares impresionantes, muy aislados. Fue una experiencia única, muy linda, de crecimiento personal», sintetiza.
A su vez, aclara que no tuvo «ningún problema ni inconveniente» por ser mujer. En el grupo de la Base, de 30 o 40 personas, sólo cuatro eran mujeres. Y las otras tres eran militares. Florencia invita a naturalizar el protagonismo de las mujeres en ámbitos con predominio de hombres. Sobre su experiencia en la Antártida, advierte: «Me llama la atención que a la gente le resulte extraño. Recién ahora, 10 años después, entiendo la relevancia que tuvo».
Sin embargo, señala que queda mucho por avanzar al respecto. «No veo muchas mujeres en posiciones comerciales – técnicas. Lo mismo pasaba en la Argentina. Yo siempre elegí lugares donde había más hombres que mujeres. No hacía caso: me gustaba y lo hacía. Hay muchos factores que influyen, pero me parece importante que cada una de nosotras motivemos y promovamos a las mujeres jóvenes, incluso niñas, a involucrarse en estos rubros siempre que lo deseen», sugiere finalmente.
Fuente: Prensa Fiuner
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