Historias de vida
El fascinante hipnotizador uruguayo que llevaron a Brasil a quitar el dolor durante 31 años
«El problema que tengo es que vengo de una dicotomía neural: mi cabeza está con 42 años y mi cuerpo con 76, y no se hablan más", bromea Fabio Puentes al contarle al diario El País de Montevideo la disyuntiva que se le planteó cuando ya parecía que la decisión de volver al Uruguay estaba firme. Hace 31 años que este reconocido hipnotizador oriundo de Tacuarembó se fue a San Pablo a trabajar en terapia del dolor, en el prestigioso Hospital de Clínicas, pero la idea para este año era instalarse en Uruguay y trabajar también en Buenos Aires.
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"Me llamaron de otra escuela de medicina paulista porque soy el único que hace hipnosis a nivel de consultorio clínico allá y me están llamando de Italia también. Además, TV Bandeirantes quiere hacer una serie sobre hipnosis conmigo", señala, quien tenía decidido ir solo una vez por mes a Brasil para atender pacientes.
En el Hospital de Clínicas de San Pablo, Fabio forma parte de un equipo multidisciplinario de alrededor de 25 especialistas en el que hay médicos, anestesistas, acupunturistas, odontólogos, psicólogos, psiquiatras y más. "Yo trabajo con el síntoma, el médico trabaja con la enfermedad. Yo voy siempre de segundo", aclara sobre su rol en el grupo. Él interviene cuando los médicos ya encontraron la causa de la enfermedad porque su objetivo es eliminar el dolor una vez que ya se supo qué era lo que lo provocaba.
"El complemento es fabuloso y en Brasil lo entendieron muy bien. Somos únicos en Sudamérica", destaca sobre una combinación para la que hay que tener mucho cuidado con el celo profesional. Según Fabio, eso fue lo que lo limitó a poder desarrollar esta misma actividad en Uruguay.
De shows en Tacuarembó a San Pablo
Fabio sostiene que siempre le gustó la hipnosis, aunque no la llamaba así. Su abuelo materno, un coronel del ejército, lo llevaba a ver a un conocido hipnotizador español, el Profesor Fassman, a un teatro que ya no existe en su Tacuarembó natal.
En el colegio jesuita al que iba, el padre Terra advirtió que tenía facilidad para la hipnosis y, cuando tenía 11 años, le regaló su primer libro sobre la materia.
Cuando le dijo a su padre que quería dedicarse a esto, lo apoyó.
Aprendió leyendo mucho, comenzó a hacer shows de hipnosis y, un buen día, un neurocirujano brasileño vio cómo convencía a una persona de comerse una cebolla diciéndole que era una manzana. "¿Podemos dar un placebo y decirle que es el mejor remedio del mundo?", le preguntó. "Podemos", fue su respuesta y determinó que se lo llevara a trabajar al Hospital de Clínicas de San Pablo, donde se atiende a 60.000 personas por día. Allí trabajó durante 31 años en terapia del dolor, formando parte de un grupo multidisciplinario integrado por especialistas de diversas ramas.
Tiene el título de la Facultad de Hipnosis de España. Asegura haber formado a 7.444 personas en su especialidad.
Lo que hace
"Mi habilidad es engañar la mente", explica Fabio sobre lo que realiza como hipnotizador. "El cerebro es físico, lo tocás, lo trabajás. La mente es intangible, es burra, pero es la que carga el cerebro. El cerebro sería Steve Jobs y la mente, Bill Gates. Yo trabajo sobre la mente", describe.
¿Cómo lo hace? "Yo te pongo una orden hipnótica. Por ejemplo: cada vez que golpee dos veces la mesa te dormís o te reís. O cuando el médico te toca acá, no sentís dolor. Te queda la imagen y el cerebro lo sabe, pero la mente no sabe lo que es una imagen. Entonces tengo que encontrar algo para comparar", señala Fabio.
Para ello trabaja con lo que se llama la modulación sensorial: se siente, cambia de color, cambia de sabor. Y apela mucho a los colores. "De 0 a 10, ¿cuánto te duele? 10 ¿Qué color es el 10? Tú me decís 'negro', entonces 0 es blanco, 9 es marrón oscuro. Entonces voy del marrón oscuro al blanco", explica.
Su labor consiste en atacar todo tipo de dolor: emocional, fantasma (por ejemplo, cuando a una persona se le ha amputado un brazo y sigue sintiendo que le duele aunque no lo tenga), idiopático (siente el dolor y no sabe qué es).
Para este último caso pone como ejemplo una persona a la que le duele el hombro: "Yo te pregunto: ¿cómo es tu dolor? 'Fuerte', respondés. 'Perdón, no sé lo que es fuerte'. 'Es horrible', decís. 'No sé lo que es horrible'. 'Es como un perro', contestás. 'Perfecto, perro sé lo que es. ¿Qué tamaño tiene?' 'Es grande, es un doberman', decís. '¿De qué color?' 'Negro'. 'Imagínate en tu hombro una mordida de un doberman negro. De 0 a 10, ¿cuánto le darías?' '10', decís. Yo te hipnotizo y te digo: 'Tenemos un doberman rosado mordiéndote tu hombro'. Ahí baja el dolor, ¿por qué? Porque la mente, que es la que recibe la orden, le dice al cerebro: 'Mirá que rosado es menos agresivo que negro' y libera endorfinas. Yo sigo hipnotizándote, te digo que ahora te muerde un caniche rosado… así hasta llegar a un perro de peluche pasándote la lengua".
Hipnosis deportiva. El clavadista al que volvió sordo por 30"
"El boxeador Ken Norton le quebró la mandíbula a Cassius Clay usando autohipnosis para ultrapasar sus límites. El saltador ucraniano Serguéi Bubka todos los años superaba sus récords mundiales en un centímetro haciendo autohipnosis. El argentino Helenio Herrera, que fue técnico del Real Madrid, hacía hipnosis". Fabio Puentes enumera estos casos de hipnosis deportiva cuando cuenta que es a lo que se quiere también dedicar ahora en Uruguay.
"Yo entrené a la tenista brasileña Vanessa Menga y ganó la Medalla de Oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, en 1999. También entrené al equipo brasileño de voley femenino", apunta, al tiempo que explica que "la hipnosis deportiva saca los obstáculos del deportista y aumenta su desempeño".
Uno de sus más recientes trabajos lo realizó con Rafael Fogaça de Araujo, un chico que practica salto de trampolín y que está sexto a nivel mundial. "Me llamó el técnico de Brasilia para decirme que había que sacarle los miedos", relata Fabio. "Entonces fui a verlo. Cuando él llegaba al trampolín, yo le hablaba y él me respondía 'estoy bien, Fabio'. Lo mismo pasaba cuando le hablaba el entrenador. Pero cuando estaba por saltar la madre le gritaba: 'Rafael, acomodate el pelo, arreglate la ropa', y él saltaba mal y caía mal. La solución era decirle a la madre que no fuera más, pero eso era imposible. Entonces me lo llevé aparte, lo hipnoticé y le dije: 'Cuando pises el trampolín, quedás completamente sordo. Solo vas a escuchar al técnico y a mí. Cuando entres al agua, volvés a escuchar a todo el mundo'. Con eso quedaba sordo unos 30 segundos, lo suficiente como para no escuchar a su madre. ¿Resultado? Realizó el mejor salto de la competencia y fue Medalla de Oro", señala el hipnotizador.
Enseguida aclara que lo único que hizo fue eliminar los obstáculos de este excelente deportista que en mayo competirá en el Mundial de Singapur.
Usos
La hipnosis se puede utilizar para muchas cosas. La puede usar un dentista y, en ese caso, Fabio recuerda la vez que a una misma persona le hicieron seis implantes dentales sin anestesia en un mismo día. También se puede aplicar para tratar adicciones, ataques de pánico, cesáreas (cortar hemorragias), para adelgazar o motivar a deportistas.
Una de las cosas que hacía el uruguayo en Brasil era sacarle el miedo a los niños que necesitaban hacerse una tomografía.
"Pintamos la sala del color del fondo del mar y yo los convencía que eran el muchachito de la película, el marinero. Entonces entraban al tomógrafo sin problema", relata.
En el caso de la depresión la cosa es más complicada. "Es algo intangible. Puede ser por un problema familiar, de estudio, de un amor, por trabajo. Se puede tratar, pero ahí necesito la ayuda del paciente. No depende de mí, depende del otro", advierte.
Vale aclarar que la hipnosis nunca puede obligar a la persona a hacer algo que no quiera, que vaya contra su vida. "Si yo te digo 'tirate de un vigésimo piso', no lo vas a hacer', apunta.
Fabio señala que más importante aún que la hipnosis es la autohipnosis y la enseña. "Si yo te hipnotizo es como que te doy un celular. ¿Cuánto dura la batería? Un día. ¿Después qué hacés? ¿Lo tirás? No, lo cargás. Eso es la autohipnosis. Yo te saco el dolor, pero tengo que enseñarte a que te lo saques cuando vuelva", detalla.
El hipnotizador destaca que la fuerza de voluntad es un factor muy interesante y varía según las culturas. "Los americanos o los europeos dicen 'no' y es 'no', mientras que los sudamericanos es 'no, sí, bueno, pero sí. Las dos etnias más fuertes para el dolor son la germánica y la nipona, son las que soportan más el dolor. En la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Japón eran aliados", acota.
Fabio también ha colaborado en casos policiales. Quizás el que más se recuerde es el de la muerte de Ana Luisa Miller en los años 90, en el que intervino para descartar que su novio fuera el asesino y luego todo derivó hacía Pablo Goncalvez.
"En Brasil tengo más de 580 programas de televisión hechos. He formado 7.444 personas en todo el mundo", asegura. El tiempo pasa y ahora quiere estar cerca de los suyos, en su Tacuarembó natal. Por estos días define si lo concretará este año o antes se dará una vuelta por Italia. "Quiero morir habiendo puesto los pies en Roma", lanza con una sonrisa.
Se presenta en el teatro en abril e inicia cursos
Fabio Puentes cuenta que él se formó en la hipnosis según la escuela rusa. "El ruso te enseña que hay dos maneras de hipnotizar: por amor o por temor", explica. "Si un niño se lastima el dedo y va llorando a decirle a la madre, esta le da un beso, le pasa la mano por el dedo y el dolor se va por amor. Pero si va con el padre y este le dice 'callate la boca y no llores', el dolor se va por temor", agrega.
Son todas cosas que el uruguayo quiere venir a enseñar ahora en su país y para ello previamente hará una presentación en el Teatro Escayola de Tacuarembó. La cita será el sábado 5 de abril, a las 20 horas, con Stand Up Motivacional, un show de hipnosis en el que, entre otras cosas, enseñará a controlar y programar la mente. Las entradas cuestan $ 500 y se venden por Tickantel.
Fabio también dictará cursos de hipnosis, el primero de ellos será en marzo. "Tengo médicos, cirujanos plásticos, que aprendieron viernes, sábado y domingo, y el lunes estaban operando. Pero también tengo otros que el lunes ya se creían profesores, por eso hay que tener cuidado", advierte.
Fuente: El País de Montevideo – Analía Filosi
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Historias de vida
Productor cuenta qué observa en el delta: avance de la ganadería, retroceso forestal y cierre de escuelas rurales
El productor y miembro de la Federación Agraria de Entre Ríos José Luis Peter trabaja en el sur del Delta entrerriano. En un informe difundido por la entidad ruralista, se refirió al crecimiento de la ganadería, la baja en la forestación y el desarraigo que se viene acentuando en la zona.
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Lleva toda una vida trabajando en la isla y navegando los cursos de agua, transportando troncos y, en tiempos de inundaciones, ganado en pie. Consultado sobre la ganadería que ha ganado mucho terreno señaló: "luego de un diciembre y enero bastante seco, las lluvias de febrero provocaron que los campos, literalmente, se tapen de pasto".
Contó que la mayoría de los productores chicos "hacen terneros, mientras que los de una mayor escala, o en el caso nuestro de que toda la familia trabaja, apostamos al ciclo completo; mientras que otros hacen invernada. En definitiva, las islas tienen una serie de beneficios y dan para todo tipo de producción ganadera, con la particularidad que se deben levantar defensas para las sudestadas, repuntes y crecientes del río; caso contrario, no se puede producir", agregó Peter.
En cuanto a los barcos el productor dijo: "estamos experimentando un nuevo régimen de navegación, el cual lleva un período de adaptación". Acotó que "hay que conversar sobre este tema, dado que entendemos que hay muchas indefiniciones y ver la manera en la que se puede seguir simplificando, para de esa manera poder navegar tranquilos en forma más ágil, sin tanta burocracia".
Contó que el canal donde se encontraba al momento de la entrevista "tiene entre 4 y 5 kilómetros y tiempo atrás encontrábamos hasta 6 o 7 barquitos cargados de madera, mientras que hoy, puede pasar una semana y no observas embarcaciones surcando las aguas. La madera, tanto en sauce como en álamo, ha disminuido muchísimo, siendo una de las razones la de entrada en el mercado de materiales que de alguna manera sustituyen a la madera. Toda la cajonería que no hace demasiado tiempo se usaba para bebidas era de madera, en tanto que hoy todo es en base a plástico, algo que provocó que descendiera bruscamente la demanda".
Desarraigo
José Luís Peter recordó que "un quiebre para que se diera un fuerte éxodo de isleños en búsqueda de nuevos horizontes fue la terrible creciente de los años 82 y 83. Gran parte de la forestación se secó y muchísima gente emigró en búsqueda de nuevos horizontes". Detalló que un ciclo forestal hasta el primer corte lleva entre 14 a 15 años. Poder lograr la cadena demanda un esfuerzo enorme y muchos no lo pudieron hacer".
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El productor dijo que este cuadro de situación aceleró el desarraigo y "provocó que cada vez viva menos gente en las islas y el consecuente cierre de escuelas rurales en las islas. Quedan pocos chicos y cerca de la mitad de los establecimientos educativos cerraron sus puertas particularmente en las islas más alejadas".
"A los jóvenes les cuesta, particularmente en la parte forestal, esperar 14 años para ver el fruto de su laburo. Quieren tener el mango al poco tiempo, pero en la forestación te lleva más de una década obtenerlo", señaló Peter y añadió que "el Delta entrerriano cambió mucho en lo que respecta a la producción, pasándose muchos a la ganadería luego de largos años en la forestación". Cerró diciendo que "el transporte de hacienda de una isla a otra o en caso de creciente se complica porque hay un solo barco, además las instalaciones que con las que se cuenta para desembarcar en la zona son escasas y precarias. Desde la cooperativa estamos trabajando para tener uno en condiciones, pero por ahora no hay avances significativos".
Fuente: Federación Agraria de Entre Ríos
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