Agro
Carne: polémica por un acuerdo con China
Un protocolo sanitario para ampliar las ventas abrió una grieta entre frigoríficos dedicados al consumo y exportadores.
Con la mirada distante del Gobierno, se generó una polémica en la industria frigorífica en torno del protocolo sanitario para ampliar las exportaciones de carne vacuna a China, el principal destino de las ventas de este producto del país, con alrededor de la mitad del total.
En enero pasado, el Gobierno anunció que acordó con ese país ampliar las ventas, hoy de carne congelada sin hueso, a carne con hueso y enfriada. En 2017, el país vendió a China por más de US$400 millones, e incorporar la carne congelada con hueso representa pelear por un mercado que en los primeros meses del año pasado movió US$262,5 millones y tuvo a Uruguay como el principal abastecedor, con el 60% de las compras chinas en este rubro.
Pese a que la industria frigorífica respaldó de manera unánime el convenio, en las últimas horas se abrió una grieta en el sector, precisamente por las características del protocolo sanitario con China. Según trascendió, en un primer momento China acercó altas exigencias. Entre otras, que si en un establecimiento hay tuberculosis bovina sea retirado del mercado por un año. La Argentina estaría buscando bajar eso a 60 días. Además, la pretensión china sería que las vacas pasen antes de la faena 90 días en un campo, un concepto que abre interrogantes sobre si, por ejemplo, pueden o no pasar antes de la faena por un mercado concentrador.
Ayer, la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra) fue crítica de los términos del protocolo. «La industria exportadora en su conjunto rechaza la firma del mencionado protocolo, tal como estimo lo harán las entidades de la producción», dijo la cámara en una editorial de su presidente, Miguel Schiariti. Luego, el directivo amplió sus críticas: «China modifica las condiciones sanitarias actuales, y esto obliga a que no se pueda comercializar hacienda en mercados concentradores; están cambiando las actuales condiciones con mayores exigencias sanitarias. No se pueden comercializar vacas en el mercado de concentración (mercado de Liniers, regionales o las ferias)».
Una fuente de la industria señaló que esto último no es el espíritu de lo que está buscando China con el protocolo. Consultado al respecto, Mario Ravettino, presidente del Consorcio ABC, donde están las empresas exportadoras, señaló que su sector está trabajando con el Gobierno en la confección del anexo para completar el protocolo. Y dijo que los exportadores no rechazan el protocolo, más allá de lo que se está analizando.
«¿Cómo vamos a rechazar el protocolo si China es el 60% de nuestras exportaciones?», se preguntó. Ravettino. Luego dijo que lo que pide China no es lo que dice la OIE (Organización Mundial de la Salud Animal), entidad donde están tanto la Argentina como el país asiático.
«La Argentina las tiene que analizar y aceptar las recomendaciones de la OIE, a la cual los dos países están asociados», indicó. Respecto de la tuberculosis, dijo que los frigoríficos tienen exámenes ante mortem y post mortem, como pide la OIE. «Es imposible no detectar tuberculosis», señaló. Agregó que en el caso de las compras de hacienda la mayoría proviene del Mercado de Liniers y de ferias y que nunca el sector permitiría una restricción. Fuentes del Ministerio de Agroindustria y del Senasa declinaron hacer comentarios sobre este tema.
Con la colaboración de Josefina Pagani
Por: Fernando Bertello
Fuente: La Nación
Agro
Informan que el campo entrerriano deberá producir más del promedio para cubrir costos
Los rendimientos históricos promedio de los principales cultivos implantados en Entre Ríos durante la campaña agrícola 2024/25 no alcanzarían para lograr un rendimiento de indiferencia (cantidad de producción necesaria para cubrir los gastos) que cubra los costos de arrendamiento, situación en la que se encontrará cerca del 70% de los productores, detalló la Bolsa de Cereales provincial.
El análisis surge de un estudio que realizó la entidad bursátil junto a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), sobre la composición de las erogaciones necesarias para la producción, así como su relación con los ingresos y los rendimientos de indiferencia en cada caso. Para ello tuvieron en cuenta la estructura de costos de cada cultivo, los rindes históricos y los precios pizarra del 26 de diciembre pasado.
Producir más del promedio
El principal costo para el productor son los insumos (semillas, agroquímicos, fertilizantes) que se lleva entre el 37% y el 46% del dinero necesario para producir, seguido por el arrendamiento (entre un 16 y 28 por ciento), condición en la que se encuentra cerca del 70% de la producción entrerriana y que varía dependiendo la estrategia de rotación empleada en la producción; y los gastos de comercialización (del 15% al 20%), entre otros costos.
Los rendimientos históricos varían según el grano: 2.380 kilogramos por hectárea es el de la soja de primera, 1.980 el de soja de segunda, el promedio del trigo se ubica en 2.840 kilos, y el del maíz en 5.930 kilogramos por hectárea. Para esta temporada, únicamente el maíz lograría una rentabilidad positiva del 8%, mientras que el resto tendrá que superar los rendimientos promedios registrados para cubrir los costos.
Los productores que implantaron soja de primera deberán generar una producción del 117% comparando a los registros históricos, o del 109% si optaron por sembrar soja de segunda o trigo. En tanto, quienes hayan sembrado soja de segunda + trigo tendrán que lograr un rendimiento un 18% superior al promedio, y si el doble cultivo fue maíz y trigo, un 3% mayor bastará para cubrir los costos.
En el caso del trigo, el rendimiento histórico sólo lograría solventar el 88% de los costos para la producción en campo propio y el 76% si incluimos el pago de arrendamiento. Incluso enfrentan dos problemas acuciantes: los registros para esta temporada auguran un rendimiento un 13% por debajo de las perspectivas históricas, y los precios internacionales continúan con una tendencia a la baja.
Los rendimientos necesarios
Si el productor cuenta con campo propio, deberá producir 1.920 kilogramos por hectárea de soja de primera para cubrir los costos, 1.630 de soja de segunda, 3.100 de trigo o 4.080 kilos por hectárea de maíz para superar los gastos realizados.
En tanto, si debe alquilar el campo, los rendimientos necesarios para lograr una diferencia positiva aumentan considerablemente: llegan a los 2.880 kilos por hectárea para la soja de primera, suben a 2.210 kilogramos si fue soja de segunda lo que se sembró, incrementa a 3.660 para los casos en los que se produce trigo, y a 5.340 kilogramos por hectárea para los campos implantados con maíz.
Fuente: Bolsa de Cereales – UNO Entre Ríos
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