En medio de la copiosa lluvia que azotaba abruptamente la ciudad en la tarde del viernes, el chofer de un taxi que trabaja para una de las empresas más reconocidas de las Siete Colinas recogió a un pasajero que iba acompañado de su pequeño hijo. Al iniciar el transporte, no tuvo mejor idea que circular en sentido contrario, ignorando las más elementales normas de tránsito y poniendo en riesgo la integridad de sus pasajeros.

Por lo apremiante de la situación y consternado por la forma temeraria en que se conducía el responsable de un vehículo destinado al transporte público, los pasajeros -con muy buen tino- advirtieron al conductor sobre el error en el que estaba incurriendo, quien, lejos de deponer su actitud respondió:»en la calle mandamos nosotros».

«La pase re mal… me pido un taxi con la nena y el del chofer agarra todo en contramano y me busca… le dijimos: señor usted anda a contramano, y el taxista respondió que no pasaba nada. Yo no me quería subir, pero lo dejé. Cuando arrancó, tomó nuevamente en contramano y le recordé que iba con una criatura. Ahí me contestó que en la calle mandaban ellos…».

¿Los reyes de las colinas?

No es la primera vez que una situación de este tipo se vive con algunos choferes, que en una especie de carrera contra el tiempo y en el afán de sumar un dinero extra al final del día en la recaudación, incurren en conductas que van en detrimento de las más elementales normas de tránsito y seguridad vial, lo que pone en riesgo a los pasajeros y potenciales transeúntes, y que vulnera básicas normas de convivencia.

La seguridad de quienes utilizan este tipo de transporte público debe ser primordial en todos los casos. La conducción irresponsable no es un tema nuevo y quienes creen ser los «dueños de las calles» quizás deban replantearse el sentido de la responsabilidad en la actividad que han elegido como medio de vida.

Aquí vale la comparación con ciudades con fuerte arraigo y cultura turística, donde prima el respeto y donde la prioridad la tiene el peatón y el cliente del transporte, considerados los verdaderos «dueños de las calles».

El reclamo

Como es de entender la situación vivida no fue tomada a la ligera, lo que llevó a los damnificados a comunicarse con la base de operaciones para dar aviso de lo sucedido. Desde la empresa lejos de inquietarse sólo respondieron «A listo, no hay problema».

¿Ellos mandan en las calles? ¿Vos qué opinas?