El lugar será el salón del TOF de calle Urquiza. Quedará pequeño para el juicio con más acusados hasta ahora, pero ya se acondicionaron las sillas: de un lado, para los imputados, una decena de abogados y penitenciarios, y del otro, para la acusación: el fiscal general José Ignacio Candioti y el auxiliar Leandro Ardoy. El Tribunal estará integrado por Roberto López Arango (presidente), Lilia Carnero y Noemí Berros, según describe este domingo diario Uno.
Estructura narco
El diagrama de la estructura narco que se pudo establecer en la investigación tiene a Caudana como el gran proveedor. El hombre de Paraná tenía un contacto a quien le compraba la droga que traía a la provincia, pero se peleó con el intermediario y decidió saltearse ese eslabón en la cadena de comercio: iba él mismo a Buenos Aires a comprar la cocaína. Esto le aumentaba los riesgos, pero simétricamente las ganancias. Se calcula que obtenía entre 30% o el 40% de lucro.
Una característica particular de la causa es que varios de los principales acusados, además de Caudana, ya tienen condenas por narcotráfico. Se puede deducir que la cárcel fue un ámbito para reorganizar la empresa criminal.
Por ejemplo, quienes dirigían la banda de Concordia, Natalia Soledad Bonasola y Juan José Martínez, solo dos meses antes de caer habían sido juzgados en el Tribunal Oral Federal de Paraná. Es más, la mujer declaró como arrepentida y dijo que vendía droga en su casa porque un policía la extorsionaba para hacerlo. La condenaron a cinco años y medio de prisión, pero siguió con arresto domiciliario. Cuando la Policía Federal cayó a su casa le encontraron unos 600.000 pesos ocultos en una pared detrás de un cerámico, y en un chiquero de chanchos tenía ocultos (enterrados) 11 kilos de marihuana.
Ramírez era una pieza clave, el intermediario entre Caudana y las bandas locales. Tanto para los concordienses, como con Sandra Bernal (sobrina de Claudia) que vendía en Villa Mabel de Paraná.
Otra que fue condenada, que gozaba de arresto domiciliario y apareció en esta investigación es Zulma Daniela Castillo. La mujer de 40 años recibió condena a cuatro años y dos meses de prisión por venta de droga, en un juicio abreviado nueve meses antes de volver a caer por esta causa. Mantuvo el beneficio de cumplir la pena en su casa del barrio La Floresta de Paraná y según la escuchas telefónicas, seguía comprometida con el narcotráfico.
La detención
Era sábado. Los efectivos de la Policía Federal lo esperaban por todos lados, pero lo engancharon en la ruta nacional 18, a primera hora del amanecer. Era fin de semana largo, con mucho tránsito por el turismo y veda de camiones, un panorama como para camuflarse y llegar a Concordia con los 10,5 kilos de cocaína de máxima pureza ocultos debajo de los paneles del VW Up!. Antes de Villaguay, Caudana fue interceptado por el procedimiento que simulaba ser un control de rutina. En seguida supo que perdió. No dijo nada ni opuso resistencia. Le desarmaron el auto y descubrieron la carga.
No tuvo la misma suerte que un mes atrás, cuando lo interceptaron en el puesto caminero del cruce de las rutas 18 y 6, cerca de Villaguay. Revisaron el auto de punta a punta, y pasaron el perro, pero no le encontraron nada. Algunos decían que el can estaba entrenado para detectar solo marihuana. Pero no podía tener todo en regla: llevaba documentación apócrifa y siete billetes americanos de baja denominación falsos.
Los allanamientos que coronaron con la pesquisa de la federal fueron 30: 25 en distintos barrios de Paraná, tres en Concordia, uno en Federal y uno en Santo Tomé, en la casa de Rosalía, donde hallaron una pistola y una gorra de la Policía santafesina. Además de la droga, se secuestró un Citroën C4, un Renault Clio, un Honda Civic, una camioneta VW Amarok, y el VW Up! a nombre del hijo de Caudana. Los 22 detenidos eran incluso más de los que pensaban encontrar.