Por lo tanto, significa que se pierden alrededor de 1.500 millones de metros cúbicos de suelo, lo que implica una capa de 0,5 milímetros de espesor.
Miguel Taboada, director del Instituto de Suelos del INTA, indicó que "estamos perdiendo no sólo aquellos suelos que son la base de las producciones agropecuarias del país, sino que descuidamos los servicios ecosistémicos que nos prestan, como el almacenamiento de carbono".
De acuerdo con el estudio, Entre Ríos es una de las provincias que mayores dificultades enfrenta por una característica de su geografía.
Se trata de las conocidas "cuchillas", que generan pendientes importantes, sostuvo el estudio que reprodujo Clarín Rural.
Por su parte, Jorge Gvozdenovich, especialista en manejo y conservación de suelos del INTA Paraná, explicó que cuando llueve la gota golpea contra el suelo, y el grado y la distancia que tenga la pendiente del paisaje hacen que el agua que no se infiltra en el lote tome velocidad y arrastre suelo.
Expresó que "la lluvia se lleva la materia orgánica y los nutrientes que están en los primeros 20 centímetros. Es un proceso rápido y degrada la fertilidad del campo. Si no se controla este proceso, la erosión reduce los rindes de los cultivos".
En la Argentina, por el tipo de paisaje e intensificación de las actividades agropecuarias, sería recomendable la realización de cultivos en terrazas en unas cuatro millones de hectáreas, pero el porcentaje que las adoptó es mucho menor.
"Se estima que la superficie sistematizada con terrazas para el control de la erosión llega a unas 900.000 hectáreas", de las 33 millones que se cultivan, confirmó Roberto Casas, director del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua de la Argentina (Prosa).